El diablo a todas horas (The devil all the time), es la nueva película de Netflix dirigida por Antonio Campos, adapta la novela homónima escrita por Donald Ray Pollock. Esta versión está protagonizada por Bill Skarsgard, Tom Holland y Robert Pattison.
Literatura y cine

La película está planteada para guardar fidelidad hacia el material literario previo. La historia (ambientada después de la Segunda Guerra Mundial) de un ex-soldado que regresa del frente a su pueblo en el interior de Estados Unidos y su imposibilidad de hallar calma en su nueva vida, son narrados con solvencia por una voz (del propio autor de la novela), de manera que parece que estamos en una lectura dramatizada. En estas condiciones, la estética cinematográfica queda supeditada a la propuesta literaria, que solo da espacios en algunas elipsis y diálogos en momentos previos al conflicto.
Los tópicos de la novela – y de la película – la acercan a algunos clásicos de la literatura estadounidense. Faulkner, Steinbeck, títulos como Esplendor en la hierba o Al este del Edén, con los que guarda algunas similitudes: la tragedia como legado familiar, el destino repetitivo, la violencia derivada del fanatismo, entre otras.
Los males invocados

La vida de los personajes está marcada por un destino fatal y repetitivo. Las enfermedades repentinas e incurables, los traumas de la niñez, el fanatismo como refugio y la violencia como único método de vida, son elementos inamovibles para cada uno de ellos. Los personajes están construidos sobre el arquetipo y de manera complementaria. Predicadores y feligreses, criminales y policías corruptos, timadores e ingenuos, víctimas y victimarios, representan el conjunto de una sociedad estadounidense enfermiza.
Los síntomas de estos males sociales se manifiestan como rituales individuales, en templos o lugares específicos. Tanto fieles como criminales responden a sus filias desde lo simbólico. Una cruz, un revólver y fotografías adquieren una dimensión superior dentro de la psiquis de los personajes.
Aunque deudora de la obra literaria que la precede, El diablo a todas horas, resuelve sus planteamientos con solvencia narrativa y actuaciones destacadas. Manifiesta las ficciones como reflejo de las sombras de individuos y sociedades.