El fallecimiento inesperado y prematuro del cineasta puneño Óscar Catacora es una de las noticias más lamentables de este año. Su obra – aunque breve – es una de las más significativas e importantes realizadas en el Perú en los últimos años.

Búsquedas y sensibilidades

Si bien Wiñaypacha (2017) es la película más conocida y celebrada de Óscar Catacora, su experiencia en el ámbito cinematográfico proviene de mucho tiempo atrás. En paralelo con su formación teatral y en comunicaciones, realizó una serie de cortometrajes en los cuales pudo experimentar y cotejar las referencias cinematográficas con sus búsquedas personales.

Desde 2005 hasta 2007, realizó hasta ocho cortometrajes donde fue actor, director, productor, guionista, director de fotografía y editor. Esta multifuncionalidad tan común en la producción regional del cine peruano, también lo acercó a las claves genéricas recurrentes de este  ámbito. Cortometrajes como Una historia violenta, El Sicario u Osquitar’s way, son películas que abordan la violencia sangrienta, el drama y la delincuencia urbana. Justamente Osquitar’s way fue la base para su mediometraje El sendero del chulo (2007), su primera película con difusión fuera de Puno, a través del circuito alternativo de cineclubes y centros culturales. También como director y actor protagónico, Emilio Bustamante y Jaime Luna Victoria, en su libro Las miradas múltiples, la describen como una película que tiene imágenes evocadoras del wéstern italiano y de los filmes de Robert Rodríguez, destacando por su bajísimo costo y buen sentido de la composición y el montaje.

Óscar Catacora: el camino hacia la eternidad

Estos antecedentes parecen desconectados con Wiñaypacha, su primer largometraje. Sin embargo, en el cuidado de los elementos expresivos de la composición cinematográfica, se reconoce una filiación entre toda su obra. Beneficiario de los Estímulos Económicos del Ministerio de Cultura, el proyecto lo realizó con su empresa familiar, Cine Aymara. La importancia de su familia en el desarrollo de esta película es notable y determinante.

Wiñaypacha (Óscar Catacora, 2017)-min

La historia de Willka y Phaxsi, dos ancianos campesinos que viven solos en el altiplano a la espera de un hijo que nunca llega, marca un hito en el cine peruano. Hablada íntegramente en aymara, señala el encuentro entre la cosmovisión andina y un lenguaje cinematográfico universal. Más allá de los méritos intrínsecos de la película, destaca la labor familiar en el equipo de producción y realización. Esos vínculos permiten una mirada honesta en el tratamiento de los personajes y de la narrativa. Desde su estreno, Wiñaypacha se ha convertido en una película de visionado necesario para entender los procesos del cine peruano hecho más allá de los ámbitos convencionales, una prueba de lo necesario y urgente que es visibilizar la diversidad de miradas y expresiones humanas manifestadas en la vida e idiosincrasia de sus ejecutantes.

La pronta partida de Óscar Catacora nos priva de una obra mayor en el ámbito cinematográfico nacional. Contradictoriamente, fue la precarización de la vida en zonas rurales lo que impidió su pronta atención ante una afección en su salud, mientras filmaba su siguiente película. Como en Wiñaypacha, estas ausencias son determinantes en la vida de la gente, en la búsqueda de una existencia digna y de una voz propia y auténtica.

Lic. en Ciencias de la Comunicación y programador del Cineclub de Lambayeque. Ha sido curador y programador del insólito Festival de Cine de Terror y Fantasía y del Festival de Cine Universitario "El cine que nos mueve".